Empezamos el sábado. Lo primero tomamos un buen café y distribuimos el trabajo de la jornada.
El día es frío pero no hay nada como ponerse en marcha para entrar en calor. Vaciamos el invernadero, limpiamos y dejamos vía libre para poder comenzar de nuevo a cubrirlo con un plástico donado por un hortelano amigo.
Mientras tanto los pequeños cuidan bien de los ajos, espinacas y lechugas recién plantados. Hay que protegerlos de pájaros con hambre. La mejor manera, dos espantapájaros.
El domingo se podía ver el resultado. El invernadero acabado.
Y una jornada de nuevo acompañados de gente deseando colaborar.
Ya estamos pensando por donde seguir…